En el
2008, en el terremoto de Sichuan en China, más de 68mil personas murieron.
Entre ellas miles de estudiantes quienes quedaron sepultados bajo los
escombros.
Las
investigaciones posteriores descubrieron que durante la construcción de esos
edificios los ingenieros civiles y las oficinas de gobierno locales encargadas
de las obras, habían no solo utilizado materiales de baja calidad, pero también
habían evitado asegurar las estructuras con el propósito de apropiarse del
dinero ahorrado.
A raíz
del escándalo, el gobierno chino prohibió todo tipo de noticia relacionada a
este hecho. Hizo varios arrestos y hasta sobornó a los padres para que mantuvieran silencio.
Ai
Weiwei, un artista que fue liberado recientemente por el gobierno chino,
tiene actualmente una exhibición en el Hirshhorn. Una de sus obras más
impactantes es una serie de barras de acero, posesionadas sobre el piso, en
forma de olas. Las barras fueron traídas desde los escombros de las escuelas.
Son el recordatorio silencioso de un crimen sin sentido. Una voz de niños que
clama por justicia y por un cambio social en China.